No hay nada más egoísta que ir a trabajar estando enfermo.
Posiblemente obtenga una estrella dorada por presentarse en la oficina con ojos llorosos y consiga valientemente llegar al final de la jornada, pero usted solo va a provocar que todos los que están a su alrededor se enfermen. Es usted un desconsiderado peligro laboral.
Cuando la gente lleva sus enfermedades infecciosas al trabajo, las contagia, y cuando la gente enferma no tiene un incentivo económico para presentarse en la oficina, menos gente resulta contagiada, según un nuevo documento del National Bureau of Economic Research.
Los investigadores estudiaron ciudades de Estados Unidos con mandatos de licencia por enfermedad pagadas y, usando datos de Google Flu Trends a nivel ciudad y estado de 2003 a 2013, buscaron cambios en las tasas de gripe después de que esos mandatos entraron en vigor.
En las ciudades que adoptaron mandatos de licencias pagadas por enfermedad durante ese periodo los casos de gripe cayeron 5% después de que sus leyes entraron en vigor. Para una ciudad de 100,000 personas, eso significa que se registraron semanalmente 100 infecciones menos, estimaron los investigadores.
“Ves a la gente en las oficinas estornudando y potencialmente infecciosos. Así es como se propagan las enfermedades”, dijo Nicolas R. Zierbath, profesor asistente en Cornell University y uno de los autores del estudio en mención.
Para la mayoría de nosotros, permanecer frente a la computadora en medio de una niebla infecciosa es una tortura y no ayuda en nada a recuperarnos. Aun así, 3 millones de personas, o el 2% de la población estadounidense, llevan sus malestares al trabajo cada semana – un fenómeno que los investigadores apodaron como “presentismo contagioso”.
Muchos lo hacen por presiones financieras; cerca de un tercio de los trabajadores no tienen acceso a licencias pagadas por enfermedad, de acuerdo con la Oficina de Estadísticas Laborales. Los otros dos tercios, quienes pueden darse el lujo de ausentarse por enfermedad, necesitan dejar de inventar excusas para presentarse enfermos al trabajo.
Cerca de la mitad de los trabajadores dicen estar preocupados porque se les acumule el trabajo mientras se quedan en casa. A la gente que se siente comprometida con su trabajo también le cuesta mucho no ir a la oficina, ya que considera más divertido pasar el día en el trabajo que someterse a la realidad de estar enfermos.
“Algunas personas quieren aparentar ser valientes y mostrar que trabajan arduamente”, dijo Ziebarth.
Pero aquellos perseverantes no solamente están mostrando su compromiso, sino también están bañando a sus compañeros con gérmenes; el esquema moderno de oficina abierta es un caldo de cultivo para las enfermedades contagiosas. Lo peor, la gente tiende a presentarse en la oficina en los inicios de una enfermedad, cuando están en el punto más contagioso pero se sienten lo suficientemente bien para seguir trabajando.
“Usted tiene al alcance medicamentos que suprimen los síntomas, pero no reducen lo contagioso”, agregó Ziebarth.
Los empleadores, por su parte, deberían fomentar que sus empleados enfermos se queden en casa. El presentismo- la acción de llegar a trabajar enfermo, independientemente de si se trata de una enfermedad contagiosa o no- le cuesta a las compañías cerca de US$ 150,000 millones por año, según el estudio.
Un trabajador es dos terceras partes menos productivo cuando está sumido en su silla trabajando a la mitad de su velocidad habitual. Al quedarse en casa cuando se siente enfermo puede recuperarse y presentarse a trabajar más rápido. Y el resto de sus compañeros pueden continuar completamente saludables y productivos.
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