miércoles, 9 de noviembre de 2016
¿Yo puedo cambiar? ¿Realmente puedo mejorar mi forma de ser?
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Esta es la cuestión que cada persona que acude a una consulta hace en la primera sesión. Y que a veces también nos hacen de forma explícita; cuando no se verbaliza, siempre está presente de forma implícita. Con eso no nos referimos a mejorar de algún trastorno o síntoma, si no a si la persona en si puede cambiar.
Lo cierto es que cada uno de nosotros piensa en algún momento que lo suyo no tiene solución, que es un caso perdido o que si alguien no cambiará en algo es quien viste y calza. Que tire la primera piedra quien jamás haya tenido ese pensamiento, aún de forma fugaz. Hasta los psicólogos profesionales y coaches han pasado por eso.
Cambiar nuestra forma de ser implica hacer evolucionar nuestra personalidad. Una vez adultos, la personalidad ya está creada y permanece de manera relativamente estable; fíjate en ese relativa, ya que siempre es posible optimizarla.
Cambiar nuestra personalidad se encuentra bastante cerca de hacer cambiar nuestra manera de pensar. Es decir, podemos aprender a pensar de manera diferente.
Cómo hacer cambiar la forma de pensar.
Hay diferentes maneras de modificar nuestra manera de pensar. Una de las herramientas que más utilizamos en consulta es la terapia racional emotiva del psicólogo Albert Ellis. El Dr. Ellis proponía que son nuestros pensamientos lo que nos pueden causar dificultades, y que estas se manifiestan en lo que hacemos y en lo que sentimos. Fíjate en qué se forma con lo que pensamos, decimos y hacemos: nosotros mismos y lo que perciben los demás de nuestra persona.
A veces nuestra manera de pensar nos ayuda y se basa en la realidad objetiva (pensar de manera racional) y en otras nos perjudica y se basa en una manera de pensar errónea (pensar de manera irracional). Según Ellis hay tres creencias irracionales básicas que muchas personas arrastran desde la infancia:
– Debo actuar bien y merecer la aprobación de mis actuaciones o de lo contrario soy considerado como una persona inútil.
– Los demás deben tratarme consideradamente y con amabilidad, precisamente de la forma que quiero que me traten, de lo contrario esa persona me pone nervioso, o me deprime, o me hace enfadar, o me hace sentir inseguro.
– Las condiciones en las que vivo deben estar bien dispuestas para que consiga prácticamente todo lo que quiero, cómoda, rápida y fácilmente y no me ocurra casi nada de lo que no quiero.
Quizás hayas pensado que estas frases son de sentido común. Vuelve a leerlas y piensa en algún ejemplo de tu vida, sin ir más lejos de la última semana, donde puedas haberte visto reflejado en alguna de ellas. ¿Ahora puede que tengan más sentido? En ese caso te pido que pienses una sola situación donde esos pensamientos se mostraron como falsos. Es decir, encuentra una excepción a esos pensamientos de todo o nada. Si hay una excepción, no son ciertos y por tanto podemos trabajarlos y cambiarlos.
La terapia cognitiva no es necesariamente sencilla y conlleva implicación. Pero yo he podido comprobar que es la herramienta más potente que he utilizado para hacer cambiar nuestra forma de pensar y por tanto de sentir.
Para finalizar te confesaré que el texto entre paréntesis del título llevaba truco. Todo el mundo puede cambiar su forma de ser, optimizarla, hacerla evolucionar… Pero si no quieres que los demás se enteren y no mejoren no comentes esto, no lo compartas en las redes sociales y trabaja para ti mismo, hasta que logres superar esos miedos.
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