jueves, 29 de diciembre de 2016

¿Cómo afecta el desempleo a nuestro estado emocional?

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Cuando una persona trabajadora se encuentra de repente en situación de desempleo, puede experimentar poderosas y negativas repercusiones en muchos aspectos de su vida, desde el desamparo económico, hasta otras que pasan más desapercibidas, como las repercusiones emocionales, psicológicas y sociales.
En algunos casos, se puede minimizar el impacto del desempleo a través de subsidios y otras mecánicas empresariales que salvan a los usuarios económicamente. Sin embargo, esto no sucede en las repercusiones psicológicas y sociales, debido a que muchas veces las personas no disponen de la ayuda necesaria.



Un desempleo agresivo puede llegar a provocar en nosotros ansiedad, tensión, angustia o preocupación, que quizá en un largo plazo se refleje en  depresión. Tiene también efectos sobre nuestra autoestima e identidad personal, ya que cuando el desempleo tiene una cierta duración dejamos de ser los profesionales que fuimos para adquirir la condición de “parados”, es decir, un desamparado laboral. Además, como ya hemos visto, también tiene efectos en nuestra vida diaria. Cuando estamos trabajando no tenemos por qué preocuparnos por lo que vamos a hacer con nuestro tiempo, debido a que está planificado; pero para el desempleado esto ha desaparecido, y hay que organizar una nueva para cada día y con pocos recursos económicos.

En caso nuestra situación de desempleo se alarga demasiado, es probable que empecemos a sentir desesperanza o sentimientos de culpabilidad por encontrar soluciones a nuestra situación. También se pueden ver cambios en nuestra red de amigos, ya que antes teníamos compañeros de trabajos y ahora tendremos compañeros de desempleo, por lo cual, los temas de conversaciones se ajustaran a esta nueva situación.

Por otro lado, las consecuencias psicológicas son diferentes según las distintas edades de las personas. Para los jóvenes por ejemplo, el desempleo no es una consecuencia tan prioritaria en su vida, ya que dentro de su día a día manejan otras prioridades adicionales. Además, el desempleo prolonga su dependencia de los padres y provoca un estado un poco irritable y de rebelión que puede variar. Si este estado se prolonga en el tiempo, muchos jóvenes acaban mostrándose apáticos y resignados, abandonando la búsqueda de trabajo ante los fracasos repetidos

Sin embargo, los adultos en cambio suelen pasar por varias fases ante un despido. Estos dependen de lo inesperado de la situación. Primero, experimentan una sensación aguda de incredulidad, se sienten sorprendidos por la noticia, desorientas y con miedo con el futuro. En consecuencia a ello, pueden creer que están como de vacaciones, por ello, lo perciben como una situación temporal y comúnmente inician una fase de arreglos en su vivienda durante este tiempo. Pero llega un punto en el que tienen la necesidad de buscar trabajo y, ante los repetidos fracasos, se sienten ansiosos e irritables, una fase que puede durar varios meses y que también puede derivar en distintos trastornos físicos, en estos casos son más habituales los cardiovasculares.

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